Mi mejor amiga, un inglés al que paseábamos (una de la razones principales por la que los defeños vamos a Teotihuacán) y yo, nos subimos al coche un sábado a las 11 de la mañana (cuando digo 11 me refiero a casi las 12) y partimos, un “poquito” tarde, al que pensábamos iba a ser un gran road trip: pirámides, suspiros, un aparato al que que si le soplas suena como un jaguar y buena comida.
Spoiler alert: no lo fue.
¿La razón? Se nos ocurrió ir en Sábado Santo también conocido como el primer sábado de vacaciones y un día muy cercano al 21 de marzo (día en el que más personas visitan este hermoso lugar vestidos de blanco por aquello de la energía). Teotihuacán es un sitio de peregrinación por excelencia y no será difícil que lo noten si eligen, como nosotros, un mal día para visitarlo. Aunque no por eso, la historia de este lugar es menos sorprendente.
Cuando los mexicas fundaron Tenochtitlán, Teotihuacán llevaba abandonada 500 años (por qué alguien abandonó este lugar de ensueño, no lo sé). Dicen que Moctezuma venía a esta ciudad a comunicarse con los dioses.
Fun fact: entre los mexicas y los teotihuacanos hay la misma distancia de tiempo, que entre los mexicas y nosotros.
Cuenta la leyenda, que al principio sólo estaba el abismo y la oscuridad. Los dioses se reunieron justo aquí en Teotihuacán (la idea de estar caminando en el mismo lugar es mágica, pero tanta gente hace que lo olvides pronto), hicieron una fogata y se sacrificaron para crear al sol y a la luna. Teotihuacán también es conocida como la Ciudad de los Dioses, porque si mueres aquí, no mueres: te conviertes en Dios.
Llegar a Teotihuacán es fácil y rápido si salen de la Ciudad de México; toma alrededor de una hora y el estacionamiento es bastante amplio. Nosotros nos estacionamos en la puerta 2 (la puerta más cercana a la Pirámide del Sol y la entrada principal a la zona arqueológica, aunque por el día (¿mencioné que fuimos el Sábado Santo?) nos tocó bastante tráfico y tuvimos que hacer fila para entrar (una hora más o menos) pero esto no fue lo peor: la fila para subir a la pirámide le daba la vuelta a la pirámide (sí, la vuelta) y una vez que empezabas a subir, te toma más o menos una hora y media llegar a la cima (imagina la fila para subirte al Spider Man en Six Flags). Sí recomiendo subir a la Pirámide del Sol (más alta que la de la Luna) porque la vista te roba el aliento pero si no son de multitudes, mejor vayan directo a la de la Luna o salgan de ahí y regresen otro día.
Después de subir a la Pirámide del Sol, caminamos un poco por la Calzada de los Muertos pero gracias a la cantidad de gente, preferimos salir rápido a nuestra parada de comida: La Gruta. Es quizá el restaurante más famoso para comer cerca de las pirámides y sabíamos que tenderíamos que esperar un poco para entrar... La espera resultó ser de una hora y media (kill me now!) pero pueden esperar en un bar (gracias a todos los dioses de la zona).
Tres chelas después…
teníamos mesa.
Cuando por fin gritan tu nombre (señal de que comerás pronto), bajas unas escaleras hasta el fondo de una gruta (literal) y te sientas a comer a la luz de las velas. Los platillos son los típicos de la cocina mexicana (yo pedí una sopa de tortilla, cecina y chapulines) pero los precios son bastante elevados y el sabor no lo vale. Les recomiendo que pasen al restaurante, se asomen “tantito" (porque la verdad sí es muy bonito) pero después vayan a cualquiera de los miles de lugares que hay para comer en el mismo circuito, un lugar en donde no tengan que esperar casi dos horas para entrar ni pagar una cuenta que francamente no justifica la comida que probaron.
Eso sí, el inglés al que paseábamos quedó encantado porque, gente o no, Teotihuacán es espectacular y el restaurante también le pareció bueno y no tan caro. ¿Será que tanta gente me puso de malas o que él era un público muy fácil?
Lo que haya sido, Teotihuacán es un lugar que vale la pena visitar pero para que su experiencia sea la mejor: vayan un día no tan concurrido, salgan temprano y lleven protector solar (creo que este último punto es el único que sí cumplí, aprendan de mis errores).
*En la fila para entrar, en la fila para subir a la pirámide y al bajar, te venden una clase de silbato que asemeja el sonido de un jaguar. Si los compras (como mi amiga) asegúrate de que el señor que se los vende les muestre que funcione, si no terminarán con un silbato que suena como un gato enfermo.