Uno de los sueños de mi vida (y creo que de muchas otras vidas) era ver una Aurora Boreal. Bueno, ¡muchas! Al empezar a planear el viaje, todos me tiraron de loca y de soñadora. Me dijeron que era carísimo, que me iba a congelar, que no sabía lo que era el frío… pero me valió. Investigué en Internet “cómo empacar para el frío” (gracias, Google), encontré un boleto de avión a Islandia (gracias, SkyScanner) y me fui.
Así.
Y cuando las vi, me quedé con la boca abierta y con ganas de más.
Fue una noche hermosa, pero saber que había cumplido un sueño yo solita, hizo que lo fuera todavía más.