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CHINA: Beijing, el inicio de un viaje que no se olvida

Toda mi vida había soñado con viajar a China. A esa esquina del mundo de donde se conocen más rumores que certezas. Me llamaba la atención lo lejana que era, lo distinta, lo vieja. Una de la civilizaciones más antigua de la historia y que no ha perdido su continuidad hasta hoy. Me llamaba la atención caminar por calles en las que no entendiera los letreros, hablar con gente con la que no tuviera un lenguaje en común. Miedo del bueno. Miedo del que me gustaba soñar pero que realmente nunca creí sentir. China. Había soñado tanto tiempo con ir, que nunca creí que llegaría. El inicio del viaje fue Beijing, la capital. Una ciudad que te puede comer vivo pero que sin duda, esconde secretos, rincones, palacios, templos y calles capaces de robar hasta el último suspiro.

Día 1

La bienvenida perfecta en Beijing es ir en dirección al pasado, es decir, perderse en la Ciudad Prohibida toda la mañana (es enorme y vale la pena darle el tiempo que se merece para recorrer cada uno de sus rincones).

TIP: Conseguir café mañanero es China puede ser complicado; las pocas que hay suelen abrir en la tarde. Pero, justo en el corazón de la Ciudad Prohibida, se puede encontrar una cafetería sabrosona (cara, eso también).

Cuando tu corazón esté satisfecho y tus ojos hayan visto todo lo que hay que ver en la Ciudad Prohibida, camina rumbo a Tiananmen Square, una de las plazas más grandes del mundo. La visita deja un sabor agridulce; para entrar se tienen que pasar por una revisión tipo aeropuerto internacional: pasaporte, rayos X y cateo. Una vez dentro, no puedes pisar la plaza, más bien la admiras desde el otro lado de la calle mientras te sientes intimidado por la cantidad de policías que la resguardan. El museo Nacional de China está ahí y es gratis (el edificio es impresionante y vale la pena darse una vuelta) también está el mausoleo de Mao Zedong. Aquí fue el lugar en donde Mao proclamó la República Popular China el 1 de octubre de 1949.

Día 2

Mi recomendación es dedicarle un día entero (completito) a la Muralla China. Hay varias secciones abiertas al público y la regla es más o menos así: entre más cerca de Beijing y más restaurada, más atascada de gente. La secciones de Jinshanling y Simatai son perfectas para aquellos que quieran sentirse solos, caminar por horas y sentir la verdadera edad de la muralla. Un día que no vas a olvidar jamás. No hay foto que le hagan justicia a esta maravilla del mundo. Así. No más. La mejor forma de cerrar el día es, al regreso a Beijing, pasar por el parque Olímpico, en las noches, el espectáculo de luces del Water Cube y del Bird’s Nest es digno de admirar.

Día 3

Tempranito (para evitar en la medida de lo posible los tumultos), dirígete al Palacio de Verano: lagos, recintos y jardines dignos del emperador que llevas dentro.

Tip: No dejes de visitar Suzhou Street, una calle comercial a orillas del lago. Las mejores vistas (y fotos) son desde Longevity Hill y desde el pabellón del palacio.

Por la tarde, vale la pena visitar el Santa Fe chino, el Beijing Central Business District, una parte de la ciudad que nos recuerda que estamos en un país mega desarrollado. Acá los edificios son de esos que te dejan la boca abierta, en especial la CCTV Tower, no puedes entrar pero cruzando la calle hay un centro comercial con un balcón que funge como mirador. Calcula el tiempo para estar durante el atardecer en el Templo del Cielo. Uno de los lugares más bonitos (para mí) de la ciudad y el atardecer es simplemente mágico.

Día 4

Beijing es enorme. Enorme culturalmente hablando. Enorme espacialmente hablando. Enorme en todos los sentidos. Y como buena ciudad enorme, puede resultar abrumadora. Sobre todo, a la hora de elegir qué comer. Si Beijing es apenas el inicio de tu viaje por China, te recomiendo realizar el recorrido de comida callejera el último día que pases en la ciudad (así podrás probar solito al principio y comprar qué tan bien lo o mal lo hiciste al final y estar listo para el resto de las ciudades), si solo irás a Beijing, hazlo en los primeros días para que disfrutes al máximo, culinariamente hablando.

Dicho lo anterior, el centro de Beijing está formado de HUTONGS. Los Hutongs son los barrios más viejos y tradicionales de la ciudad y en sus calles ocultan lo que algunos llaman “el verdadero Beijing”. No es de sorprender que todas las delicias (y no tan delicias) se puedan encontrar aquí. Y la mejor forma de descubrirlas es con alguien que te pueda explicar qué demonios estás comiendo. El TOUR DE COMIDA CALLEJERA resulta una experiencia increíble en donde, al menos yo, aprendí a decir que sí a cosas que nunca pensé probar y no, a las que estoy segura que nunca querré probar. ¡Ve con el estomago vacío porque es demasiada comida! Hamburguesas de carne de burro, noodles frios, kebaps de cordero… el cielo es el límite.

Al terminar el tour, me dirigí a mi némesis: la estación de trenes de Beijing. Una estación enorme en la que no hay aire acondicionado (esta información es relevante cuando viajas en verano y estás a 40 grados), en donde nadie tiene zapatos (costumbre a la que me puedo acostumbrar salvo por el olor que genera estar a 40 grados sin aire acondicionado) y en donde todos comen una clase de sopa Maruchan de pollo y que no ayuda con el tema del olor… Se recomienda llegar un par de horas antes del tren (hay que pasar seguridad y encontrar el tren, literalmente, en chino). Yo recomiendo llegar con dos horas de anticipacón. Ubicarse y esconderse en la única cafetería (primer piso) que hay (aquí hay café y aire acondicionado, guiño guiño). Eso sí, tienes que estar en la sala de espera correcta media hora antes de la partida del tren (sobre todo si es de noche) porque una multitud correrá a subirse y es mejor estar preparados. Lo mejor es comprar los boletos por internet y tener claro el itinerario antes de llegar. Poca gente habla inglés (casi nadie) y los boletos suelen agotarse si no los compras con tiempo.

¿Cómo llegué?

Salí de la Ciudad de México con dirección a Houston, 8 horas de escala después, me encontraba en un avión enorme rumbo a Taipei, Taiwan, y de ahí, un vuelo más rumbo a Beijing.

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