Este año me lancé a La Vendimia en Nuestra Tierra con un objetivo muy claro: encontrar el amor en una copa de vino. Era una misión complicada porque básicamente tenía que ir de pruebita en pruebita (beso a beso) hasta encontrar el amor. Digo complicada porque casi todos me gustaron. #Guilty
Por María Martínez Marentes
El fin de semana pasado, 24 y 25 de noviembre, se llevó a cabo La Vendimia en Nuestra Tierra. Un evento muy chingón que hacen cada año –esta fue su cuarta edición– en donde se reúnen más de 100 casas vinculas (mexicano y de todas las esquinas del mundo) en los jardines del restaurante Las Caballerizas en Huixquilucan, Estado de México. Un lugar chulo de bonito.
El boleto de entrada te incluye una copa y tú vas, bodega por bodega, pidiendo pruebitas. Además, se hace el tradicional pisado de uvas (como en cualquier vendimia), ofrecen catas de vino, chocolates, quesos, salsas… y hay una zona gourmet. Yo, por ejemplo, me eché una rica paella y compré un Sangiovese de Hacienda de Letras para acompañar. Pero la oferta iba desde tacos y pizzas hasta carne de jabalí. ¿Resumen? Pasas un fin de semana súper a gusto, aprendes de vino (o no), comes bien y consigues botellas de vino a precios más baratos (cosa que siempre se agradece).
Los que me enamoraron:
Un francés de Bordeaux: Château La Loubière
El nombre "La Loubière" viene de "la loubère", que significa "la tierra de los lobos" La finca en donde se hace este vino, está en el borde de "un bosque donde antes vivían los lobos". El Château La Loubière es un vino superior de sabor intenso y poderoso. Con notas intensas de frutas maduras y fresas; y un sabor amaderado y especiado. Un vino fuerte.
Un español: Pruno
Rober Parker lo llamó el mejor vino español por menos de 20 dólares. Viene de la Finca Villacreces, ubicada en el pleno corazón de la Ribera del Duero. Pasa doce meses en barricas de roble francés: 90% Tinto Fino y 10% Cabernet Sauvignon. Picota intenso, aroma a frutas rojas. Un vino que deja un suave recuerdo…
Otro español: LAUS (Tinto Crianza)
Un vino lleno de sensaciones gracias a que viene de una región privilegiada: el Somotano, entre el valle del río Ebro y los Pirineos. Este vino descansó ocho meses en barricas de roble de 225 litros, una parte roble mixto y otra de roble francés. Huele a madera tostada, a vainilla y a ciruela. En boca, es un vino fresco y denso con una mezcla de sabores: frutales, tostados y ahumados. Es un vino complejo y muy bien equilibrado.
¿El amor de mi vida?
Mi corazón, este año, lo robó Pruno. Ahora tendré que ir a la Ribera del Duero para conocer más de él…
Apúntenme para la vendimia del próximo año –la quinta edición– me faltó conocer a más de uno. ;)
www.lavendimia.mx
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